lunes, 30 de enero de 2012

LOS AMORES DE ANA

En una casa enfrente de la Universidad 
Ana habita un piso bajo que es una preciosidad. 
Al verla en su ventana la turba estudiantil 
la llenaba de piropos por lo linda y lo gentil. 
Y todos al pasar solíanle cantar: 

"Ana, sal pronto por favor, Ana,   sal no te de rubor, 
Ana,  que en tu ventana  tú eres la flor  de luz, mi amor. 
Ana, si a mi querer das fe, Ana,  de noche aquí vendré. 
Ana, por tu ventana  me colaré y mi amor te probaré." 
  
Anita a un estudiante de noche cita dio 
y al llegar a la ventana empujó, saltó y entró. 
Y todos los vecinos, después pudieron ver, 
que el que entraba por las noches íbase al amanecer. 
Y todos al pasar solíanle cantar: 

"Ana, levántate a cerrar, Ana, te vas a constipar, 
Ana, que tu ventana  abierta está   de par en par". 
Ana desoye sin temor, Ana  no siente ya rubor 
Ana, fresca y lozana  como una flor se abre al beso del amor. 
  
Anita que es piadosa fue a ver al confesor 
y encendida y ruborosa sus pecados le contó. 
"Acúsome, le dijo, que en un curso, no más, 
desfiló por mi ventana toda la Universidad". 
Y ciego de furor rugía el confesor: 

"Ana, te vas a condenar, Ana, no tienes salvación, 
Ana, de buena gana  negárate   la absolución" 
"Padre, decía, ¡Ay!, yo pequé, pero  culpa mía no fue, 
Padre, pues mi ventana  tan baja está, pase usted y lo verá".

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